Primer concurso de Educación en Valores Éticos. Día Internacional de las Mascotas.
Con la finalidad de fomentar la lectura y la escritura, hemos querido celebrar un concurso de relato corto con muchos valores, queriendo rendir un pequeño homenaje a nuestras mascotas.
Los tres estudiantes ganadores son: Alonso García, Elena del Val y Samuel Esteban. ¡¡Enhorabuena a los tres!!
Aquí pueden leer los relatos cortos que han presentado. Esperamos que os gusten tanto como a nosotros.
CÓMO CONOCÍ A MI MASCOTA
AUTOR: Samuel Esteban.
Hola, yo soy Samuel Alejandro, y te voy a contar cómo conocí a mi amigo perruno. Él se llama Rocky. Y prácticamente hemos crecido juntos. ¿Queréis saber cómo nos conocimos? Es una historia realmente bonita.
Todo comenzó en una tarde de verano de 2016, cuando yo tenía 6 años. Esa tarde estaba tranquilamente viendo la tele en casa de mi abuela cuando, de repente, mi madre me manda una foto de un perro cachorro al móvil de mi abuela (yo entonces no tenía móvil).
¡No entendía nada! ¿Por qué mi madre me enviaba esa foto? ¿Qué hacía un cachorrito en mi casa? No me aguanté las ganas y salí corriendo a ver qué estaba ocurriendo, a ver al supuesto cachorro.
Cuando llegué, mi madre me contó que el cachorro se había colado por un agujero de la valla de atrás del jardín de mi casa (tenéis que saber que por la parte de atrás de mi casa solo hay campo). Como era pequeño, entró por un agujero de la valla.
Se encontraba muy mal: con heridas en las patas, hambriento, sufriendo, con los ojos tristes y asustados... como si alguien lo hubiera abandonado o se sintiera perdido.
Yo le pregunté a mi madre si nos lo podíamos quedar, pero mi madre dijo que teníamos que buscar a su dueño, si es que tenía, porque existía la posibilidad de que se hubiera perdido y lo estuvieran buscando. Pero esa tarde le atendimos como si ya formara parte de la familia: le bañamos, le quitamos las garrapatas, le dimos de comer y beber... Su carita cambió y empezó a sentirse seguro y agradecido.
Los días siguientes, estuvimos poniendo carteles por todo Almorox, con fotos del perrito (un bonito cachorro parecido a un labrador de color marrón oscuro); le llevamos al veterinario, a ver si tenía chip (pero no tenía),... nadie parecía buscarlo o conocerlo.
Cuando vimos que nadie lo quería, mi madre decidió adoptarlo, y yo, pues tan feliz, porque durante esos días todos habíamos empezado acogerle cariño (sobre todo yo). Ya teníamos otros dos perros, Yaky y Nenca, que también le acogieron con mucho amor y paciencia, pues ellos ya eran mayores y el cachorro tenía mucha energía y ganas de jugar.
Mis padres le pusieron de nombre Rocky, por “Rocky Balboa”, que, por si no lo sabéis, es un famoso boxeador (bueno un famoso boxeador en una película). A mí me daba un poco igual cómo se llamara, yo solo quería jugar con mi nuevo amigo para siempre.
Han pasado ocho años, ya no es un cachorro, pero sigue siendo mi mejor amigo. Gracias Rocky por elegirnos para ser tu familia.
Bueno, esta es mi historia de cómo conocí a mi mascota. Espero que os haya gustado. Adiooos.
LA TRISTEZA EN SUS OJOS.
AUTORA: Elena del Val.
Una mañana a primeros de Abril, una gata callejera, tuvo la genial idea de tener cuatro bebés en la jardinera de mi casa, eran tres de color marrón y blanco y uno de color gris. Durante 1 semana estuvieron ahí y ni nos acercamos a ellos, pero una mañana, se levantó el día con mucha lluvia, mi madre para no tocarlos, les puso un paraguas para refugiarles de tanta lluvia, pero esa idea no fue suficiente para que no se mojarán y tuvieran frío, por lo que mi madre, con una toalla, para no tocarlos con sus manos (ya que si los toca, la mamá gata ya no querría a sus bebés) cogió uno por uno y los resguardo debajo de nuestra terraza que tiene techo y les puso una mantita y un cojín para que no tuvieran tanto frío. A la mamá gata, eso no le gustó y cogió y se los llevó. A la mañana siguiente mi padre se fué a trabajar y la mamá gata estuvo maullando TODO el día por los alrededores de mi casa, por lo que pensamos que había perdido a los bebés. Mi madre se lo contó a mi padre y para sorpresa, la mamá gata había dejado a los gatitos dentro del motor de nuestro coche, así lo descubrió mi padre al llegar al trabajo. De los cuatro gatitos solo había uno de color gris. Cuando mi padre llegó a casa del trabajo, le devolvimos al bebé a la mamá gata, que ésta se lo llevó de nuevo, esta vez la seguimos para ver dónde dejaba al bebé, al cuál nuevamente dejó abandonado en una casa deshabitada, y nos dió tanta pena que así sin más adoptamos a nuestra Grisa, como bien adivinaréis,se llama así por su color.
CÓMO CONOCÍ A MI MASCOTA
AUTOR: ALONSO GARCÍA
Era un día nublado y frío, y el aire olía a lluvia inminente. Había pasado una semana difícil: una pérdida reciente había dejado un vacío en mi corazón. Caminaba sin rumbo por el parque, tratando de despejar mi mente, cuando escuché un ligero ladrido que me hizo detenerme.
Al mirar hacia un costado, vi a un pequeño perro de una raza que yo desconocía , sucio y tembloroso, escondido detrás de un árbol. Sus ojos, grandes y tristes, parecían reflejar mi propio dolor. Me acerqué lentamente, temiendo asustarlo, y cuando estuve lo suficientemente cerca, se acercó un poco más. Su cola se movía débilmente, como si esperara algo, pero también parecía desear que lo dejara solo.
Al mirar hacia un costado, vi a un pequeño perro mestizo, sucio y tembloroso, escondido detrás de un árbol. Sus ojos, grandes y tristes, parecían reflejar mi propio dolor. Me acerqué lentamente, temiendo asustarlo, y cuando estuve lo suficientemente cerca, se acercó un poco más. Su cola se movía débilmente, como si esperara algo, pero también parecía desear que lo dejara solo.
Decidí llevarlo a casa. Al principio, se mostró temeroso, pero poco a poco comenzó a confiar en mí. Lo llamé "Sombra", porque en esos días grises, él se convirtió en mi luz. Lo llevé al veterinario, le di un buen baño y le preparé un lugar acogedor en casa. En ese proceso, su energía comenzó a florecer; su cola empezó a moverse con más fuerza y su mirada se iluminó.
A medida que pasaban los días, Sombra y yo forjamos un vínculo especial. Salíamos juntos a pasear, y aunque al principio le costaba dejar atrás sus miedos, pronto empezó a jugar y a correr como un perro feliz. Aprendió a confiar en mí, y yo empecé a sanar. Su compañía me dio fuerzas para enfrentar mis propias sombras.
Un día, mientras estábamos en el parque, vi a un niño jugar con su perro. Sombra, al ver eso, corrió hacia ellos, lleno de alegría, como si también quisiera jugar y reír. Me di cuenta de que había aprendido a ser feliz de nuevo, y eso me llenó de esperanza.
Sombra no solo fue un perro rescatado; se convirtió en mi mejor amigo, un compañero leal en mi camino hacia la sanación. A veces, la vida nos lleva a lugares oscuros, pero a menudo, en esos momentos, encontramos las conexiones más hermosas. Y así, en medio de la tristeza, nació una historia de amor y amistad que siempre llevaré en mi corazón.
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